Según cuenta mi hermano mayor Pepe primeramente hubo una pequeña casa de piedra primitiva, que cuando él era pequeño aun se conservaban sus paredes en la entrada del corral de la actual casa.
En el inventario del testamento de mi tatarabuelo Andrés Fins Mareque, no se habla de casa sino de un solar que describe como: "circundado a labradío y viñedo de sembradura dos ferrados equivalentes a 12 áreas y 58 centiáreas, confinante por el norte con presa de agua, por el sur, este y oeste muro que le cierra, su valor 96 pesetas", es decir que no figura la casa pero en su certificado de defunción consta que el óbito fue en su "casa numero 21" del lugar de Caldelas.
Mi tatarabuelo Andrés Fins Mareque hizo el testamento el sábado 7 de julio de 1877, en su casa de Caldelas, ante el Notario público y Escribano de actuaciones del Ilustre Colegio de La Coruña, con residencia en Puente Ulla, Don Antonio María Mareque y París.
Mis tatarabuelos superaron la esperanza de vida de aquel entonces, en torno a los 50-55 años, Andrés falleció de pleuresía crónica a los 76 años y Josefa Devesa Mouriño a los 69. El testamento se solía hacer cuando las fuerzas flaqueaban, así lo relatan en el mismo:"recelosos de la muerte por su hora incierta, a fin de que cuando acaezca, sus cosas estén bien dispuestas para lo espiritual y temporal, ordenan en este testamento su última voluntad...", un año después fallece Josefa enferma en el momento de hacer el testamento y al año siguiente Andrés a las cuatro de la mañana del martes 11/11/1879. Su hija Francisca, la heredera, tenia 42 años y estaba casada con con Manuel Villaverde Martínez de 49.
Mis tatarabuelos convivieron con todos sus nietos que en el momento del fallecimiento la mayor Filomena tenía unos 19 años, María 13, José María unos 11, Dolores 9 y mi abuelo Manuel 3 años.
Cuando 29 años mas tarde en 1908, un martes 21 de enero, mi bisabuela Francisca vende la casa por 300 pesetas, precio simbólico supongo, a su hijo Manuel la describe como: "Casa numero 21 con sus muebles y aperos de labor, de planta baja y piso alto, un hórreo de estrujar maíz y sus salidos a corral y era, mas terreno unido y adyacente a campo de frutales, labradío y viñedo que constituye el circundado anexo a la misma". En este venta están incluidas "veinticuatro horas de molienda en el molino de arriba a compartir con otros vecinos de nueve en nueve días". Asimismo en el documento se hace constar que la venta es para siempre y que Francisca "se reserva el derecho de habitación por los días de su vida en el cuarto de la casa que ella misma escoja y en cuanto viva y habite en la casa, el comprador tendrá que cuidarla y asistirla con cariño y consideración cual corresponde".
La casa donde nací fue conocida durante mucho tiempo como la casa de Fins, no como la casa de Villaverde, pues aunque su padre falleció en 1879, su hija Francisca continuó viviendo en ella hasta 1915, año en que se fue a vivir con su hija María, que estaba viuda, en San Cristóbal de Merín donde murió cinco años mas tarde en 1920. La casa de Fins, la casa donde nací, empezaría a ser conocida como la de Villaverde sobre 1940, en tiempos de mi abuelo Manuel, cuando yo era pequeño en 1960, casi doscientos años después, aun escuchaba a los viejos del lugar decir "la casa de Fins".
Documentalmente, mi tatarabuelo Andrés Fins Mareque es el primer titular de la casa pero no nació en ella, sino en Ponte Ulla, como podemos ver en el árbol genealógico, era hijo de Gabriel ±(1780-1840) de Puente Ulla (Vedra) y de Jacoba ±(1785-1850) de San Lorenzo de La Granja (Boqueixón), ambas parroquias de la provincia de La Coruña. Yo me imagino que Gabriel conoció a Jacoba en la romería de San Sebastián en el Pico Sacro pues la parroquia de La Granja esta a los píes del Pico Sacro, se casaron y se vinieron a vivir a Ponte Ulla, desconozco que tuviesen mas hijos, para saberlo hay que ir a los archivos eclesiásticos.
¿Como es que mi tatarabuelo Andrés se vino a vivir a Caldelas?
Josefa nació y creció en su casa de Sergude pero de alguna manera conoció al que sería su esposo Andrés Fins Devesa nacido en Ponte Ulla. Es posible que se conocieses pero su madre Jacoba era de San Lorenzo de la Granja (Boqueixón), una parroquia en las faldas del Pico Sacroera de su vez se la deja a su única hija Francisca y esta se la pasó por venta a su hijo Manuel Villaverde Fins, a su vez este a se la dejo a mi padre Rafael que a su vez se la dejó a su hijo Pepe que la vendió a su actual propietario Sr. Guimaráns sobre el año 2000.
En 1859, en tiempos de mi tatarabuela Josefa Devesa, casada con Andrés Fíns la superficie de las fincas, según el prorrateo que figura mas arriba, es de 27 ferrados de tierra (1 ferrado=639 m2), es decir 17.253 metros cuadrados, poco mas que tres campos de futbol, sin contar el monte, era la 3ª casa mas rica de la aldea. Ese fue el patrimonio que sus padres dejaron a su única hija Francisca que en ese año, 1859, ya estaba casada con Manuel Villaverde Martínez, tenían 22 y 29 años respectivamente y tenían una hija llamada Filomena.
Todavía quedaban hijos por venir y la casa se quedaba pequeña y Manuel, que era maestro de obras, harían una ampliación de la casa levantando una nueva fachada que es como se ve en la recreación de la foto.
Como se ve en el plano, el horno y el lagar estaban en el mismo compartimento enfrente a la cuadra principal (donde parían las vacas y se criaban los terneros), la bodega estaba en un plano mas bajo que el lagar para que el mosto bajase por gravedad a las tinajas y barriles de roble. Una vez elaborado el vino, el lagar se utilizaba para almacenar leña y paja y yerba para las vacas en invierno. En verano se hacia el palleiro en la eira de la casa como reserva de comida para el ganado durante los largos y lluviosos inviernos.
Allá por el año 1966 recuerdo que llovió tanto que las reservas se agotaron y las vacas no podían apastar en los prados porque se enterraban en el fango. A pesar de estar en un valle con pendiente, el terreno no daba filtrado tanta agua, en las cuadras nacía agua llegando a inundarse y no paraba de llover, el nivel del río subió como unos 50 metros, Caldelas era un gran lago, el agua llegó a las casas mas próxima al rió y en Ponte Ulla el río cubrió el puente viejo, el llegó hasta la Iglesia. Los animales empezaron a morir, vino una peste y se llevó todos los cerdos y vacas, de estas, solo quedó una. Hubo que hacer un agujero muy grande y enterrarlos en cal viva, pero venían los hurones y de allí salía un olor nauseabundo que apestaba.
Las habitaciones estaban separadas por tabiques de madera encima de las cuadras. En la primera planta el suelo era de madera y el la planta baja de barro. El agua se traía de una presa cercana en un caldero de Zin, la de beber se guardaba en una ola de madera, no existía el plástico de hoy día, la compra se traía en un saco de esparto. En invierno se aprovechaba el agua de la lluvia porque el agua de la presa venia loda. No había ducha, los antiguos no eran muy amigos de lavarse, en verano bajaban al río y en invierno llenaban una tinaja o una bañera con agua caliente. Mas tarde mi padre, cuando yo era pequeño, puso en el techo un pequeño barril del vino que se llenaba de agua y esa era la ducha pero no dio mucho resultado. El water estaba en el fallado, una especie de ático, alejado de las habitaciones con el fin de evitar los malos olores, era un asiento de madera con un agujero, las heces caían en una cuadra que hacía de pozo negro. El estiércol producido tanto el de los animales como el humano se reciclaba aprovechándolo como abono para las fincas. Salvo que lloviese, la mayoría de las veces las necesidades se hacían al aire libre, en cuclillas. Los colchones eran de hoja de mazorca de maíz o lana de oveja. Manuel y Francisca tuvieron aquí 5 hijos (3 hijas y dos hijos). Mis tíos nacieron todos aquí, yo y mis hermanos también.
La casa permaneció tal cual hasta que en 1960, mi padre hace una pequeña reforma para poner una cocina de hierro, dejando la lareira para curar los chorizos y morcillas de la matanza y el horno para cocer el pan de borona y empanadas que se hacia cada 15 dias mas o menos. Suprimió el balcón de la solaina cerrando la fachada con ladrillo y la verdad no estuvo muy acertado con la reforma pues la nueva cocina quedó muy chiquitita y la fachada de la casa perdió el encanto primitivo diseñado por mi bisabuelo.
La casa le quedó en herencia a mi hermano que la vendió sobre el año 2000. Su nuevo propietario la restauró sin derribar ninguna pared y conservando la configuración antigua de algunas estancias.
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